ENSEÑE A SUS HIJOS LA
DEVOCION A DIOS
¿Qué
papá o mamá no está preocupado de la buena educación de sus hijos?
Para ello no hay ninguna "fórmula mágica" ni es cuestión
de tener suerte. En la tarea educativa-hogareña como en otras
esferas de la vida humana rige el principio bíblico: "lo
que se siembra, se cosecha" (Gálatas 6,7). De ahí la
gran necesidad de capacitar a los padres en la hermosa misión
de educar en sus hijos personalidades provechosas para el futuro.
Ya hemos visto 7 lecciones para ser mejores padres. Recomendamos
a ustedes papás y mamás repasar periódicamente los temas anteriores
para ver si los están practicando. Muchas veces actuamos incorrectamente
solo porque hemos olvidado los consejos apropiados.
Ahora vamos a ver un tema que casi
no se toca en la formación humana de "escuela de padres".
Es el tema de la formación de la fe de los hijos. Este
tema es fundamental para nosotros los creyentes pues sabemos que
no solo somos seres materiales sino que también tenemos un alma
personal. Por lo tanto sabemos que: "No solo de pan vive
el hombre sino también de toda palabra que sale de los labios
de Dios" (Mateo 4,4). Este "pan" espiritual
¿dónde debe ser primeramente servido? ¿Quiénes son los primeros
maestros de la fe?
El Catecismo de la Iglesia Católica
dice al respecto: "En el seno de la familia, los padres han
de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su
palabra y con su ejemplo" (Nº 1656); "Aquí es donde
se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del
padre de familia, de la madre, de los hijos, "en la recepción
de los sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con
el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que
se traduce en obras" (LG 10). El hogar es así LA PRIMERA
ESCUELA DE VIDA CRISTIANA. Aquí se aprende la paciencia y el gozo
del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, y sobre todo
el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de la vida"
(Nº 1657).
En estos dos números del Catecismo
oficial católico están resumidos los varios aspectos de la formación
espiritual de los hijos. Lo primero que queda claro es que para
nosotros católicos la enseñanza cristiana debe comenzar en el
hogar. ¡Los padres deben ser los primeros catequistas de sus hijos!
Esta costumbre era la forma de transmitir las enseñanzas de Dios
de generación en generación en el pueblo hebreo (Salmo 78,5-8).
LO QUE PUEDE HACER EL PADRE
La misión espiritual del
padre es ser el SACERDOTE del hogar porque le corresponde la sublime
tarea de llevar a su familia hacia Dios. Dios ha dado a los padres
esta orden: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en la
mente todas las palabras que te he dicho. Enséñalas continuamente
a tus hijos; háblales de ellas tanto en tu casa como en el camino,
cuando te acuestes y cuando te levantes" (Deuteronomio
6,5-7). En este texto Dios ordena al jefe del hogar a ser el primero
en mostrarle un amor ejemplar. Es decir que los papás deben ser
los más entusiastas y dedicados servidores de Dios. ¿Cumple Ud.
esto querido lector? Es triste reconocer que en los hogares católicos
son más las mamás que los papás dedicados a las cosas de Dios.
¡En muchos hogares el papá es el más apartado de Dios pues está
sumergido en borracheras, adulterios, y otras inmoralidades; y
lo peor es que no quiere saber nada de la Palabra de Jesucristo!
Esto no debería ser así. Desde estas páginas invocamos a los papás
católicos a volverse a Dios para retomar su digno puesto de "párrocos"
de su casa. Allí en su "parroquia doméstica" están llamados
a cumplir una misión de alta envergadura: formar espiritualmente
a los hijos de Dios que le han sido confiados a través de la paternidad,
para que sean personas de bien y lleguen a la salvación eterna.
Para esto tienen que desplegar un esfuerzo de educación cristiana
sobre sus hijos desde la más tierna edad.
Por supuesto que realizar esta
tarea implica que los papás empiecen a instruirse en las cosas
del Señor. Para ello deben concurrir a sus parroquias e inscribirse
en alguno de los programas de formación cristiana, o participar
en algun grupo católico que conduzca a un encuentro personal con
Cristo como los "Cursillos de cristiandad" o los "Talleres
de oración". Haciéndolo descubrirán cuánto se han estado
perdiendo del hermoso camino de Dios y se preguntarán porqué han
estado tan ciegos hasta ahora. Entonces se dedicarán con ahínco
al camino cristiano.
Para educar a sus hijos, los papás
deben aprovechar las variadas oportunidades que están con ellos.
Por ejemplo en el desayuno, pueden educar a los hijos enseñando
a expresar gratitud a Dios por los alimentos recibidos y tal vez
añadir algunas consideraciones de tipo espiritual para el día.
El tiempo de acostarse es otro tiempo favorable para la intimidad
padre-hijos y concluir con un momento de oración familiar. Este
último momento de cada día es bueno para sembrar ricas enseñanzas
en la mente de los hijos a través de las historias bíblicas.
La Biblia presenta a los papás
el ejemplo de Job: "un hombre de Dios justo, recto y apartado
del mal. Tenía siete hijos y tres hijas. Siempre que había alguna
fiesta Job se levantaba de mañana y ofrecía sacrificios para purificarlos
de sus pecados porque pensaba que tal vez sus hijos podían haber
pecado contra Dios en sus corazones" (Job 1,1-5). Este padre
se interesaba no sólo por la ropa, estudios, alimentación y medicinas
de sus hijos, sino que se interesaba también por la salud espiritual
de ellos. Por eso él oraba por sus hijos. Es muy importante tomar
esto en serio, Satanás también tiene interés en cada familia.
Su deseo es arruinarla, alejarla de Dios. Y lo logra en muchísimos
hogares donde el padre no está ocupando su lugar de "pastor
de la fe". Frente a ello el papá católico como cabeza del
hogar debe defender el camino de su esposa e hijos llevándolos
a Dios. Por eso todos los días el papá debe dirigir momentos de
oración familiar y hablar a los suyos sobre la necesidad de estar
siempre en las manos de Dios, amándole de todo corazón. Todo papá
debe inculcar en sus hijos: la importancia de la Palabra de Dios,
el gran amor de Dios por la humanidad, los resultados nefastos
del pecado, la obra salvadora de Cristo, y la clase de vida que
lleva al cielo donde Dios espera.
Ningún papá debe permitir que sus
hijos pierdan el camino de Dios. El padre todos los días debe
orar a Dios por su esposa y por cada uno de sus hijos. Preocuparse
para que los hijos estudien y se preparen para el mañana es bueno
pero mucho más importante es la educación espiritual (Salmo 19,7-10).
¡El crecimiento espiritual es de mucho más provecho que el progreso
material! Por eso todo padre debe anhelar que sus hijos encuentren
a Cristo y sirvan a Dios. ¡Qué felices deben sentirse los padres
que tienen hijos sacerdotes, religiosas o laicos comprometidos
que predican la palabra de Dios, o entregados a alguna obra de
bien social que beneficia a mucha gente! Eso ha costado, sin duda
alguna constante oración y enseñanza cristiana. Y qué felices
se ven los hogares donde TODOS SUS MIEMBROS sirven a Dios en alguna
pastoral de la Iglesia: a la hora de los encuentros hogareños
tienen una hermosa comunión espiritual y un grato compartir de
experiencias. ¡Esta debe de ser la meta de todo padre de familia!
(ver Josué 24,15). En cambio que triste es oír a personas que
suplican en las reuniones católicas que oren por su hijo o hija
descarriados. ¿De qué sirve haber criado un hijo para que sea
ingeniero o médico, profesor o empresario, pero vive al margen
de las normas de Dios? ¡Cuántos hijos con título profesional,
son la vergüenza de su padres porque son borrachos, mujeriegos,
irresponsables, estafadores y abusivos! ¡Hasta se olvidan de ayudar
a sus padres en su ancianidad! No sirven ni a Dios ni a su prójimo
sino a su provecho personal. Tales hijos, aunque formados académicamente,
no fueron forjados cristianamente por sus padres y ahora son personas
egoístas que solo piensan en sí mismos. Sus corazones no recibieron
la palabra de Dios y van camino a la perdición eterna. La misión
de los padres es muy seria: conducir por la senda recta al Reino
a cada alma que han traído a esta tierra.
EL PAPEL DE LA MADRE
La responsabilidad de la madre
no se reduce a solo cocinar, lavar y planchar la ropa. Su misión
es mucho más que esto. Dios le ha puesto como MAESTRA de sus hijos.
Tiene que ayudar a su esposo en la educación cristiana de los
hijos. La madre es la que pasa más tiempo en casa con los niños
y debe incentivar lo que papá enseña. ¿Cómo? Recordando por ejemplo
que oren antes de salir a su colegio, antes de ponerse a estudiar,
etc. La mamá debe buscar maneras para hacer que sus hijos pongan
en práctica las enseñanzas de papá: "hijos vamos a visitar
a una vecina que está muy enferma y sola". La mamá debe
dar un buen testimonio de cristianismo positivo ante sus hijos:
por ejemplo hacer sus cosas cantando alabanzas al Señor. Suele
suceder que mientras mamá está ocupada en hacer sus cosas los
niños están peleando o molestando. Un buen remedio para que no
se peleen y hagan sus tareas alegres consiste en que canten alegres
canciones cristianas. ¿Qué tan maestra puede ser una mamá que
cuando está lavando o cocinando está renegando y regañando a los
niños, y por sus menesteres olvida dar tiempo a los asuntos de
Dios? ¿Qué ejemplo pone la mamá cuando no pone sus problemas en
manos de Dios a través de la oración sino que se desespera ante
ellas? (comparar con Proverbios 31,25-29).
Cuando una mamá cumple su papel
de maestra cristiana de sus hijos logra tener un hogar más feliz,
goza de mucha más paz y obtiene más bendiciones divinas pues Dios
mora dentro de su hogar. Los hijos que han llegado a ser bendición
para el mundo han tenido un hogar cristiano y una madre ejemplar.
Baste citar como botón de muestra a San Juan Bosco que tuvo una
excelente maestra espiritual en su mamá, la cual quedó viuda cuando
juanito tenía dos años. Ella le inculcó la fe y las costumbres
cristianas de la oración y la caridad desde su pequeñez. ¡Y logró
moldear un santo!
La mamá juega pues un papel muy
importante en la educación y orientación cristiana de sus hijos.
Estos por alguna razón tienen más confianza en la madre. A ella
le cuentan sus problemas y necesidades más que al padre. En esas
confidencias están las oportunidades para aconsejar, dirigir y
orientar a sus hijos. Se dice que solo el amor de Dios supera
al amor de la madre, pues bien, que se demuestre ese amor en la
educación cristiana de los hijos para una provechosa vida terrenal
que los lleve a su eterna salvación. Las madres están tejiendo
los caracteres de sus hijos día tras día. La mamá ejemplar
es la que procura cuidar no solo el cuerpo y la instrucción de
sus hijos sino también y sobre todo la edificación de sus almas.
LA
VIDA CRISTIANA SE APRENDE EN EL HOGAR
El papel de ambos padres es cuidar
que en el hogar prime un ambiente de amor. El ambiente de amor
se alimenta de la atmósfera espiritual. No se puede meter una
esponja en vinagre y esperar que salga llena de agua o leche.
Así como la esponja absorve el líquido que le rodea así los niños
absorven el ambiente que les rodea. Ellos perciben las actitudes
y observan las cosas que se pratican alrededor de ellos. Por eso
es importante que los padres edifiquen en su hogar un ambiente
de fe, amor, espiritualidad y confianza en Dios. Y cada uno en
la familia debe conocer a Jesús como su Señor y Salvador (Hechos
16,31-34). Los hijos van a aprender la fe de sus padres más por
lo que los padres hacen que por lo que dicen. Si el papá manda
que los hijos vayan a misa y él no va, solo enseña con la boca
pero no con el ejemplo. Si la mamá les ordena orar antes de comer
o al salir a estudiar pero ella no se encomienda a Dios en sus
distintos quehaceres tampoco enseña bien. Así solo se forma mas
hipócritas en el pueblo de Dios (Mateo 15,7-9)
Los hijos observan la manera en
que sus padres se tratan entre sí y como tratan a los visitantes.
La calidad de la conducta de los padres es el fundamento de
la conducta de los hijos. Si los pequeños ven en su crecimiento
lecciones de irritabilidad, hablar con gritos, las quejas amargas,
la violencia familiar, la falta deperdón, entonces quedan con
impresiones que dificilmente se borran. En cambio si los padres
son personas bondadosas y consideradas, si sus normas morales
son elevadas y sus sentimientos son buenos, entonces sus hijos
tenderán a imitarlos. Obre de la manera que quiera que sus
hijos obren, sea como usted desea que ellos sean. Los padres
NO deben tener dos conjuntosde principios: uno para predicarlo
y el otro para practicarlo. Uno para sus hijos y el otro para
sí mismos. ¿De qué vale decir a sus hijos que no mientan si Uds.
mismos mienten? Si los padres se tratan groseramente ¿cómo pueden
esperar que el hijo les muestre respeto? Por eso padres, si ustedes
no desean tener pequeños fariseos en la familia, no sean ustedes
los fariseos grandes (Mateo 23,3-4).
Pregúntense: ¿Qué normas esperan
Uds. que sigan sus hijos? ¿Cumplen con esas normas ustedes padres?
(ver 1 Juan 3,18). ¿Se quejan ustedes, viven peleando, se desesperan
ante los problemas y se acuerdan de Dios muy de vez en cuando?
¿Es esa la clase de vida que desean que sus hijos lleven? Los
padres deben sentar un buen precedente a sus hijos respecto de
la religión: si ellos no dan la debida importancia a las celebraciones
dominicales y a asistir a la comunidad cristiana, y no leen la
Biblia, irán enseñando con los hechos que estas cosas no tienen
importancia. Luego no se extrañen que se rebelen contra la Iglesia
y contra ustedes cuando estén en sus años juveniles. Los padres
deben llevar a sus hijos a la parroquia en forma obligatoria cuando
son pequeños tan igual como los envían al colegio y los vacunan
sin consultarles. Los padres están obligados a darle lo mejor
a sus hijos. Esto es una aplicación de Proverbios 22,6: "Enseña
lo bueno al niño de hoy y cuando fuere viejo no lo abandonará".
Y lo mejor que se enseña a los hijos es la doctrina y la vida
cristiana auténtica. Si no lo hacen, el mundo a través de los
amigos, el ambiente y la televisión, llenará sus espíritus de
valores falsos, creencias superticiosas y conductas dañinas.
LA ORACION
EN LA FAMILIA
El Catecismo de la Iglesia Católica
en el Nº 2685 enseña: "La familia cristiana es el primer
ámbito para la enseñanza de la oración. Es en la "iglesia
domestica" donde los hijos de Dios aprenden a orar en iglesia
y a perseverar en la oración. Particularmente para los niños pequeños,
la oración familiar diaria es sumamente importante".
Tomando esto como base podemos afirmar que la práctica de la oración
en el seno de las familia es un asunto muy importante. Los padres
tienen que ser los maestros de oración de sus hijos.
Ya dijimos que los hijos aprenden
más por lo que ven en sus padres que por lo que oyen
a sus padres. Para que los hijos aprendan a orar lo más efectivo
es que en el hogar se practique la oración. Si en su hogar no
hay la costumbre de orar, hoy mismo deben comenzar a hacerlo.
Orar en familia contribuirá grandemente a superar los problemas
y conflictos que sufren ya que al hacerlo verán lo contraproducente
que son los insultos, los gritos, las peleas y las borracheras
en el hogar y por tanto empezarán a desterrar tales cosas del
ambiente hogareño. La oración en familia hará florecer virtudes
positivas en el hogar como el pedir perdón y perdonar, el ser
bondadoso y agradecido, el ser más sensible a los problemas del
prójimo, y el tener más inclinación a las cosas de Dios.
La oración en familia hace presente
la presencia de Jesús en el hogar pues él dijo: "donde
dos o más se reunen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos"
(Mateo 18,20). Y si El está presente el hogar tendrá luz, paz
y alegría. En todos los hogares las personas se reunen a diario
para comer, conversar, divertirse, pasar la noche, trabajar, hacer
planes, etc. Lo que falta solamente es que se reunan en nombre
de Jesús para tener momentos dedicados a Dios y los domingos ir
juntos a la Misa.
LA ORACION EN FAMILIA
Toda familia católica debería reunirse
en determinados momentos para orar juntos. Esas ocasiones ordinariamente
deben ser: el momento de las comidas, el compartir familiar de
las noches antes de acostarse, y el asistir juntos a la misa dominical.
Extraordinariamente la familia debería reunirse para hacer
un momento de oración en ocasión de acontecimientos familiares
como los cumpleaños, despedida de viajes, nacimiento de un pequeño,
la enfermedad de un ser querido o cuando la muerte visita el núcleo
hogareño.
La oración en las comidas:
No debe ser muy larga ni hecha de prisa. Debe ser un preámbulo
espiritual al grato disfrute familiar de los alimentos. Debe ser
promovida por el papá pero puede ser dirigida rotativamente por
todos los miembros del hogar incluido los mas pequeños. Puede
consistir en la señal de la cruz, la lectura breve de un texto
bíblico escogido, una oración espontánea de bendición de los alimentos
y terminar con un Padre Nuestro y un Ave María. Al final de la
comida una corta plegaria de gratitud es suficiente.
La oración antes de acostarse:
es otro momento excelente para orar en familia. De preferencia
debe dirigirla el papá en el siguiente orden: la señal de la cruz,
una oración de gratitud por el día transcurrido, un breve examen
de conciencia de cómo se ha comportado cada uno, un pequeño trozo
de la Biblia comentado por cualquier miembro de la familia, (o
una historia bíblica que el padre lee a sus hijos pequeños), y
terminar con un Padre Nuestro y un Ave María.
La experiencia de la reconciliación:
En el hogar debe vivirse la experiencia de la reconciliación
porque el pecado es un acompañante cotidiano de las familias.
Pecamos mucho mas contra nuestra pareja, contra nuestros hijos
y contra nuestros padres que contra cualquier otra persona en
el mundo. Y nuestros pecados mutuos obstaculizan el plan de Dios
de que seamos una familia feliz. Nuestros pecados mutuos generan
distanciamiento, desconfianza, rencor, dudas, desaliento y depresión.
Por eso debemos aplicar la medicina de la diaria reconciliación
hogareña. Hagamos realidad lo que decimos en el Padre Nuestro:
"perdona nuestras ofensas ASI COMO NOSOTROS PERDONAMOS
a los que nos ofenden" (Mateo 6,12-15). El papá y la
mamá deben tomar la iniciativa en reconciliarse entre sí y pedir
perdón a sus hijos cada vez que sea necesario para dar el ejemplo
a seguir. La práctica de la reconciliación en el hogar hará también
que los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación tengan
real significado para la familia.
ORAR POR LOS HIJOS
Jesús pasaba noches enteras orando
por sus discípulos a quienes consideraba como hijos. De la misma
manera todo padre de familia debe orar constantemente por su familia
ante Dios. Una forma eficaz de cuidar el camino de los hijos es
pedir por ellos para que Dios guíe sus pasos. Los padres pueden
desear determinadas alternativas profesionales o matrimoniales
para sus hijos pero no pueden decidir por ellos. Para cuidar que
ocurra lo mejor en sus vidas lo efectivo es pedir constantemente
a Dios que haga su voluntad en ellos y saber aceptar su respuesta.
Muchas veces Dios no responde como los padres esperan pero deben
recordar Isaías 55,8-9: "Así como el cielo está por encima
de la tierra, así también mis pensamientos y mis caminos están
por encima de las de ustedes". Los caminos de Dios para
nuestros hijos son mejores que los nuestros. El les ama mucho
más que nosotros.
EL MEJOR LIBRO PARA FORMAR
A NUESTROS HIJOS
Cuando San Pablo quiso estimular
a su discípulo Timoteo a seguir firme en la misión pastoral que
le había encomendado le dijo: "
Recuerda que desde niño
conoces las Sagradas Escrituras, que pueden instruirte y llevarte
a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús" (2
Timoteo 3,15). En estas palabras podemos entrever que los padres
de Timoteo le enseñaron desde pequeño a leer y meditar la Biblia.
Y al hacerlo prepararon su corazón para el servicio de Cristo.
Imitemos este ejemplo bíblico y hagamos que nuestros hijos amen
la Biblia y la mediten constantemente. Dios nos ha dado este libro
maravilloso para orientar a nuestros hijos y para orientarnos
a nosotros mismos en el cumplimiento de nuestra paternal labor.
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