jueves, 19 de julio de 2012

"REFLEXION EL MATRIMONIO"



EL PRINCIPIO FUNDAMENTAL DEL MATRIMONIO
(Publicado en nuestra revista MISION SIGLO XXI Nº 2)
Todo el mundo busca fórmulas secretas para ser feliz y alcanzar el éxito en las diversas esferas de su vida. Respecto de la vida conyugal, ocurre igual. Las parejas se conocen, se enamoran, se comprometen, muchas veces adelantan las relaciones sexuales, y finalmente se casan, y en este punto, donde las telenovelas terminan, es donde empieza el drama de las crisis conyugales. De cada cinco matrimonios llegan a disolverse entre odios y peleas. De cada cien matrimonios, ochenta llevan una vida de insoportable tedio y continuas discusiones. Raras son las parejas que logran llevarse bien y ser ejemplo de armonía. ¿Qué pasó con el amor? ¿No se declararon romántica y emocionadamente el amor mutuo? ¿Dónde fracasaron los bonitos sueños de un matrimonio feliz?
La respuesta principal es que no tomaron cuenta cabal del principio fundamental del matrimonio. ¿Cuál es? Está en la Biblia, en Génesis 2,24: «Por eso dejaré el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una solo carne». En este pequeño versículo se resume toda la enseñanza bíblica sobre el matrimonio y es la clave de la dicha conyugal ¿Cómo así?. Veamos:
LOS TRES ASPECTOS DE GENESIS 2,24
Primero: «Dejará el hombre a su padre y a su madre...» El matrimonio comienza ante todo en un DEJAR por ambas partes TODAS LAS OTRAS RELACIONES ATRAS. Empezando por la casa paterna. Si para casarse hay que romper el lazo más estrecho del círculo familiar que es padres - hijos, cuántos más tendrán que dejarse otros vínculos. El matrimonio es dedicación mutua por completo de los esposos y eso exige salir de la autoridad de los padres, ya no depender de ellos para asumir la dirección de la propia familia que se está fundando. Cada cónyuge seguirá honrando a sus padres y ayudándoles cuando sea necesario pero desde el momento en que ambos se casaron deben enfocar sus vidas el uno al otro por sobre toda otra cosa. De igual forma deben dar importancia subordinada a los negocios, estudios, pasatiempos, e incluso a los trabajos de la Iglesia. Todo puede tener su importancia en la vida conyugal pero NADA DEBE SER MAS IMPORTANTE QUE LA RELACION CONYUGAL MISMA.
¡Cuántas esposas derraman lágrimas amargas por no tener la debida atención del esposo. Con gusto cambiarían las cosas o el dinero que reciben del esposo a cambio de su tiempo y de su amor. Y es que nada que se compre con dinero puede suplir el cariño y la atención del esposo. A la inversa ocurre lo mismo: cuántos esposos se sienten desplazados porque la esposa se enfrasca en sus trabajos, en la limpieza hogareña, en la dedicación a los hijos.
Los factores que INTERFIEREN la vida de los esposos y originan crisis conyugales son muchos.
Por eso ambos deben cuidar que por sobre todo está primero la relación conyugal que han formado al casarse. Y ésto al grado que estén dispuestos a dejar aquello que amenaza la dicha matrimonial.
Segundo: «Y se unirá a su mujer». El segundo aspecto de Gen.2,24 es la UNION CONYUGAL PARA TODA LA VIDA. El hombre y la mujer que se unen en matrimonio deben saber previamente que DICHA UNION ES PERMANENTE. ¡Es un PASO DEFINITIVO del cual ya no se puede regresar!¡Tal es el sentido de la palabra «Unirse» en la Biblia!!. O sea que NO HAY MAS MINIMA POSIBILIDAD DE DIVORCIO FUTURO. La unión conyugal es tan INDISOLUBLE que su ruptura solo puede darse causando grave daño a ambos esposos como cuando se quiebra en dos pedazos un objeto de inestimable valor:
De quien se deduce la importancia crucial del noviazgo como período de preparación a un buen matrimonio. Ya lo previene un proverbio ruso:»Antes de salir de viaje, reza una vez; antes de partir a la guerra reza dos veces; antes de casarte reza tres veces». Los novios que planean casarse deben de aprender fundamentalmente que el matrimonio es UNION PARA TODA LA VIDA. Esto es preciso recalcarlo para que cuando ya estén casados y surjan los problemas (y habrán problemas muy críticos), ni siquiera consideren la posibilidad de la separación temporal sino que todos sus facultades y esfuerzos los dediquen a mantener dicha unión; y unidos aprendan a darse un amor cada vez más maduro según la doctrina 1Corintios 13,4-7. De este modo, los problemas lejos de apartarlos los llevarán a una mayor unión cumpliendo la voluntad de Dios.
De paso hay que añadir que según Génesis 2,24 el matrimonio tiene que ser MONOGAMO, es decir, solo para dos cónyuges. Aquellos que tienen más de una mujer o practican el adulterio están en flagrante pecado contra Dios.
Otro detalle del mismo texto bíblico es que el matrimonio debe ser HETEROSEXUAL. El casamiento «homosexual», que ya se introdujo en países «desarrollados» es una PERVERSION DEGRADANTE del Santo Sacramento Conyugal.
Tercero: «Y serán una sola carne».  El tercer aspecto de Génesis 2,24 es que: de la unión se pasa a la UNIDAD. El hombre y la mujer que se casan dejan de ser dos para ser UNA SOLA CARNE (Mateo 19,6). Es decir que TODO lo que cada esposo trae al matrimonio se funde en una unidad en la cual muere el individualismo del «YO» y de «LO MIO» y empieza a existir el «NOSOTROS» Y «LO NUESTRO». Esta unificación es carnal, emocional, intelectual y espiritual.
Son dos mundos individuales que se funden en una nueva identidad: UNA SOLA MENTE Y UN UNICO CORAZON; COMO SI FUERAN UN SOLO CUERPO Y TUVIERAN UN MISMO ESPÍRITU. San Pablo señala que tal unidad conyugal debe seguir el modelo de la unidad de Cristo con su Iglesia (Efesios 5,31-32) ¡Qué ideal tan alto nos señala el apóstol!. La expresión «ser una sola carne» tiene una profundidad de significado difícil de expresar y alcanzar. Los cónyuges desde el día de su boda deben de estar empeñados en comprenderlo y realizarlo.
Si los dos esposos, comprendieran y aplicaran este versículo de la Biblia, alcanzarían niveles muy algos de realización y dicha conyugal. Y a la inversa: en la medida que la ignoran sobre toda la incumplen, es el grado de su desgracia matrimonial.
Todos los males del matrimonio nacen de la falta de uno de los 3 aspectos de Gen. 2,24.
Analice Ud. mismo donde está la causa de sus problemasrespondiendo este cuestionario:
A).- ¿Dejó Ud. en segundo plano otros vínculos familiares o solo los dejó parcialmente?.
Sus padres, ¿Siguen interviniendo en sus vidas? Su esposo (a) ¿Es para Ud. lo primero en su vida? ¿Es Ud. capaz de sacrificar su trabajo, su pasatiempo favorito, sus reuniones sociales y/o religiosas para atender a su cónyuge cuando está enfermo o se siente muy solo? ¿Lo ha hecho últimamente? ¿Le dedica a él (ella) momentos especiales y exclusivos durante la semana?.
B).- ¿Se siente unido a su esposo (a) hasta la muerte? cuando surgen problemas ¿Descarta en principio cualquier idea de separación y trata de encontrar soluciones que satisfagan a ambos?.
Lea 1Cor.13,4-7 y medite: El amor que da a su conyuge ¿Es de esa calidad? ¿O tal vez mantiene aún su egoísmo vanidoso e invidualista? ¿Ha Ud. esquivado con éxito la tentación del adulterio o hay cosas que averguenzan su conciencia ante Dios?
C).- ¿Están desarrollando como pareja una vida donde brillan los acuerdos y los planes fruto del diálogo? ¿Han desterrado de su hogar el «cada uno por su lado» o el «tener compañía y distracción con amistades propias»?
Se pueden hacer más preguntas basadas en Gen.2,24. Pero lo dicho basta para que cada esposo y esposa se plantee seriamente su parte de culpa o dejadez en la situación conyugal que actualmente llevan.
Que el buen Dios creador del matrimonio les toque el corazón a ambos para que, dándose cuenta de sus errores, tengan deseos de cambiar y mejorar sus vidas.
¡Basta ya de hogares que caminan a la ruptura! ¡Basta ya de cónyuges frustrados y solitarios. ¡Basta ya de hijos infelices viendo a sus padres separados! Con Dios hay esperanzas! Sigamos su enseñanzas y un nuevo día amanecerá sobre nuestras vidas.
«Que cada uno de Uds. ame a su esposa como así mismo, y que la esposa respete al esposo» (Efesios 5,33).
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